Mi sueño era desde pequeña trabajar en una escuela, enseñando a esos pequeños hombrecitos lo bonito que puede llegar a ser la vida, dándoles a conocer los colores, esas olores que te recuerdan a tantas historias, como la hierba recién cortada, o el olor de zumo por la mañana, también les enseñaría los miles de sonidos que existen; los que oímos, los que no oímos y los que no queremos oír. Me encantaban los niños pequeños, porque en esa edad son frágiles, tan receptivos, ansiosos por saber y porque contestes a todas sus preguntas, es la edad perfecta,… porque después todo tendrá repercusiones, y será ya tarde cuando eches la vista atrás.
Al cumplir mis 18 años y con la llegada a la universidad, ya se podia decir que tenia toda mi vida planeada hasta el más mínimo detalle. Acabaría mi carrera de magisterio infantil, y más adelante, cuando encontrara un hombre cariñoso, montaríamos una familia, con niños rubitos, ojos verdes y labios carnosos, correteando por los pasillos de un simple pisito en el Eixample. Pero todos estos pensamientos se hundieron, surgiéndome en el corazón un estado de angustia e impotencia, cuando fui a hacerme una visita al médico, de estas anuales que desde siempre las había encontrado una tontería, puesto que lo que siempre te decían era: estás muy bien, deberías de engordar, debes tomar unas pastillas de hierro, o cosas por el estilo. Pero esta vez lo que me dijo el doctor, hizo que mi mundo y mi vida perfectamente planeada se derrumbaran, haciéndome la pregunta: porque a mí? Eso me hacía sentir pobre, sin nada en la vida a lo que cogerme, sin nada ni nadie a mi lado, era estéril...
El médico me seguía hablando, pero yo ya no lo escuchaba, me sentía extraña, me sentía diferente del resto. Miré a mi madre, que me observaba de reojo, a ver cual era mi reacción. Esa mirada, que nos unía a mi madre y a mí, también me hacía sentir diferente de ella, muy diferente, aun y cuando íbamos las dos por la calle y encontrábamos alguna conocida y se paraba a hablar, siempre decían: míralas! Parecen hermanas gemelas. El médico se levantó, dando por acabada la visita que hundió mi vida. Y yo con una sonrisa sarcástica estreche su mano trasmitiéndole fríamente toda mi rabia. Dirigiéndonos a casa, el silencio irrumpió en nuestro camino mientras que poco a poco el mundo se me iba cayendo encima. Al llegar a casa, pareció que lo que quedaba por hundirme del todo, no dudó en hacerlo. Y al entrar en mi habitación, empecé a llorar, me sentía vacía por dentro, y las palabras del médico seguían por mi cabeza como un alma en pena, que en vida dejó asuntos pendientes. No podía pensar en nada más, estuve días sin comer, encerrada en mi habitación. Mi madre estaba realmente preocupada, me traía siempre en una bandeja la comida, y me cocinaba platos que nunca habría dudado en devorarlos. Pero en ese momento todo aquello me daba asco, no me podía tragar ni una cucharada de sopa. Todo esto me condujo a un estado anímico inseguro, seguido de un montón de problemas y desazones. Mi madre con voz cansada, me dijo que me ingresarían en una clínica, dónde me harían pruebas, estaría bajo el control de médicos y enfermeras que me harían volver a mi vida normal.
Llegamos a un edificio un poco tétrico, donde al entrar, una señora que debería tener unos 50 años me dijo con una sonrisa muy amable: Ven guapa, te llevare a tu nueva habitación, no te asustes que aquí hay muchos chicos y chicas como tú.
Como yo?...estás segura? Todos son estériles?, no me lo creo... Todo empezó a ponerse borroso, las palabras del médico vagando por mi cabeza, aquel olor, las palabras, tranquila, todo irá bien, todo está superado, aquel olor, aquellas palabras, caí al suelo desmayada. Al despertarme me asusté, me sentía desprotegida, sin nadie, encerrada como una loca en un psiquiátrico. Estaba en una habitación, sola, con una bata blanca, hacía frío, quería salir de allí. Fui hacia la puerta, la cerradura que con tanta calma había cogido no abría, estaba atrapada, y mi familia? empecé a golpear la puerta, cada vez más y más fuerte, solté cuatro patadas y caí al suelo sin fuerzas y con el pie dolorido.
Vino una enfermera y me cogió, me puso en la cama y me tapó con una manta que más que calor me daba frío. Le pregunté por mis padres, y me respondió que hasta que no mejorara no los volvería a ver. Estaba temblando. Me trajo la comida y no la quise. Me hizo tomar unas pastillas, unas eran las de hierro que ya tomaba y notaba ese dichoso gusto, las otras poco después lo supe, eran para dormir. Al despertarme, me sentía tan y tan ligera, que veía que de un momento a otro me levantaría de aquella cama dura e incómoda y me dispondría a volar alto muy alto como una pluma frágil y delicada, volaría tan alto que saldría de aquella cárcel y le diría adiós a todo el mundo; a las enfermeras, a los doctores, otros niños y niñas encerrados allá bajo su voluntad, adiós por siempre jamás...pero al mismo tiempo de creer esto el cansancio y las pocas fuerzas que tenía se apoderaban de mi y me devolvían a la realidad hasta hacerme caer envuelta en aquellas cuatro paredes blancas. Los días se hacían interminables y cuando mis ojos se cerraban porque no aguataban abiertos, me dormía. Pesaban tanto y tanto, todo se ponia en contra de mi, las paredes cada vez se hacían mes pequeñas y el techo lo tenía más cerca. Porque pintaban las paredes blancas?, me hacía poner más nerviosa, porque todo aquello?, el blanco es un color que no expresa nada, sólo pensaba en preguntas, y en qué haría la gente que sabía que me había encerrado aquí, no tenían remordimientos?...que le pasaba a todo el mundo? Así pasaban los días, mi cara cada vez era de un color más amarillenta, notaba todos mis huesos, estaba chupada y muy desmejorada.
Comentario:La narrativa de ficción como hemos ya hablado y comentado en clase, trabaja los grandes macrorelatos de la existencia humana (vida y muerte, amor y sexo, dinero y poder, etc.) y la mayoría de veces tiene siempre una semejanza a la realidad. En el principio de la historia que he modificado, la cual he recopilado de un trabajo que hice en la ESO, el macrorelato del que trata es sobre la vida y la muerte, también se asemeja mucho a la realidad, ya que por desgracia la anorexia es una enfermedad que se da sobretodo en adolescentes. No me voy a adentrar en este tema, porque podría extenderme demasiado, por tanto solo comentaré que trata sobre la vida y la muerte, porque la anorexia describe muy bien esta situación, en la que la persona se encuentra viva pero a un paso de la muerte. Así que, mucha gente podría sentirse identificada, por lo tanto es un recurso que se utiliza en la ficción, elementos que los telespectadores, o en este caso los lectores sigan leyendo y se enganchen a la historia, o por el simple hecho de saber que le pasa a la protagonista, y compadecerla o sentir empatía por su sufrimiento y agonía.
Para sentir esta empatia, he utilizado muchos adjetivos que describen a la chica tanto físicamente como mentalmente, también se puede ver que es una historia de una chica normal que en este caso, acaba mal pero esto le podria pasar a cualquiera, por lo tanto se acerca más a los lectores. Por último para escribir la historia, me he centrado en el surgimiento de un problema, en este caso la chica se entera de su esterilidad y empiezan los problemas, degenerando en la anorexia. He hecho la historia bastante larga, porque queria enseñar el momento en que aparecen los síntomas de impotencia, estrés, nervios y demás, que són los que dan vida a la historia.